El Amor en los Tiempos de Sex and the City

Por Karina Villacrez

Pensemos un instante en todo aquello que podríamos incluir dentro del conjunto de quienes han tomado a la mujer como protagonista y materia de trabajo. Hoy encontramos gran variedad de libros y manuales sobre lo femenino. Esta moda -podríamos llamarla así-, como era de esperarse, llegó a las pantallas de televisión, la cual se muestra invadida actualmente de una fuerte presencia femenina abordada de distintas maneras.

Analizaré en esta ocasión a Sex and the City, conocida serie americana que revolucionó la forma de conversar de la mujer en nuestra época. Estudiaré el inicio y final de la serie, ya que en conjunto grafican claramente lo que intento demostrar: que a pesar de vivir en una época en la que el goce reina, la mujer no puede todavía desprenderse de algo intrínsico en ella, a saber, el amor.

El primer capítulo de la serie empieza con la pregunta de Carrie (protagonista de la serie) ¿Pueden las mujeres tener sexo como los hombres? refiriéndose con esto a si es posible que la mujer se vaya a la cama sin sentimientos de por medio, como en teoría puede hacerlo el hombre.

Esta pregunta inicial nos remite a una discusión con más de dos siglos de existencia: la igualdad entre el hombre y la mujer. Esta lucha, si bien empezó por asuntos de orden político, social y económico, a su vez se extendió, inevitablemente, al ámbito privado del dormitorio.

De este modo, estas chicas de Sex and the City serían las herederas de los triunfos obtenidos por la liberación femenina. Ellas lo saben y hacen buen uso de todo lo obtenido. Sin embargo, aún tienen un problema: sus relaciones con los hombres. Estas mujeres no consiguen que las amen de la manera que desean ser amadas, e incluso algunas no consiguen más que encuentros ocasionales. Por último, a aquellos que desean permanecer a su lado, ellas consiguen alejarlos boicoteando con éxito cualquier intento por establecer una relación.

Este artículo es un análisis general de toda la serie. En ella se desarrollan muchos otros temas que permiten pensar el lugar que ocupa la mujer hoy porque, si bien esta ha obtenido beneficios invaluables para su realización personal, aún persiste en su interior este rasgo de insatisfacción que excede cualquier triunfo.

Así pues, podemos ver dicha insatisfacción en la mayoría de los capítulos de la serie. A pesar de que estas mujeres son exitosas en muchos aspectos de su vida, ello no garantiza necesariamente la misma suerte en el amor. Por el contrario, vemos más bien que existe cierta dificultad en el plano amoroso.

Ahora bien, esta complicación en el amor no constituye ninguna novedad, pues desde casi siempre se ha oído hablar de la incompatibilidad entre los sexos. Sin embargo, creo que no me equivoco al afirmar que ahora es más evidente la soledad del sujeto y la dificultad de establecer lazos que resulten duraderos.

En ese sentido la serie es magnífica, porque ilustra bien cómo es que los lazos se han visto influenciados por los mandatos posmodernos que no dejan otra posibilidad que la de la satisfacción individualista del goce, en franco detrimento del amor.

Esta época posmoderna es conocida en el psicoanálisis lacaniano como la del Otro que no existe, es decir, una época marcada por la caída de los ideales y de las figuras de autoridad y orden que dejan a los individuos sin referente: “En nuestra época la inexistencia del Otro es suplida por un orden narcisista en el que el yo se eleva al estatuto del objeto digno del amor”. Con esta cita de Juan Carlos Ubilluz, podemos darnos cuenta de que en esta época predomina un privilegiado narcisismo que cierra las puertas al encuentro con el semejante. Siendo el yo el único objeto de amor, no habría necesidad de otro. De esta manera, todo desembocaría en un destino de soledad que ahora más que nunca se hace evidente.

¿Qué posibilidades de sobrevivencia le queda al amor, que exige un otro, cuando las cosas están planteadas solamente para la satisfacción del Uno? Sin duda no muchas. En la serie vemos este rasgo de empuje al Uno cuando Carrie busca la reciprocidad de su amado Mr. Big y no encuentra más que evasivas y resistencias para involucrarse más allá del momento. Este rasgo lo encontramos también en personajes femeninos, por ejemplo en Samantha, quien es una apología de la época, pues valora el goce, el placer y la belleza, oponiéndose decididamente a cualquier cosa que pretenda restarle su goce procurado.

Si bien lo anteriormente expuesto muestra un mundo regido por imperativos de goce, lo que se pretende demostrar ahora es cómo la mujer puede sencillamente ignorar todo esto y concentrase en alcanzar el amor. Por ello es que esta serie es fantástica, pues no se muestra como un cuento de hadas cualquiera, plagado de ideales. Más bien, lo que nos propone es el recorrido contrario, ya que no anuncia desde el inicio un final feliz sino, más bien, todas las dificultades en las que se ven las mujeres cuando del amor se trata.

Al final de la serie vemos cómo los cuatro personajes encuentran el amor de manera un tanto inesperada. Charlotte, la mujer católica refinada, se casa con un judío no tan atractivo. Miranda, la abogada exitosa, se queda con el cantinero pobre. Samantha, la femme fatale, consiente el amor de un hombre mucho más guapo y menor que ella. Por último, Carrie, se queda, justamente, al lado de quien se rehusaba a comprometerse, Mr. Big: el esfuerzo para consentir al amor es lógicamente de ambos.

Entonces ¿por qué se vincula al amor y a las mujeres? ¿por qué es que al final de Sex and the City la serie se convierte más bien en un Love and the City? ¿por qué estas mujeres buscan y encuentran finalmente el amor? Lo buscan, en suma, porque hallan en él una realización del mismo que no pasa esta vez por el reconocimiento y los objetos materiales, sino por un encuentro especial con el Otro.

Por consiguiente, todos estos objetos y reconocimientos resultarían insuficientes para las mujeres, ya que ellas en el fondo cifran la felicidad en el encuentro con el amor: este les otorga algo más en un nivel ontológico. Es por eso que ellas encuentran en el amor una sensación de completud que no se da en otros discursos. Es en el amor donde pueden sentirse completas, experimentando, momentáneamente, la sensación de la ausencia de la falta en ser, para ser.

Para concluir, creo que el éxito de la serie reside en que esta no ignora la esencia del sujeto femenino, sino que lo expone tal cual, en tanto que, si bien por un lado prueba lo problemático del encuentro y del amor, este no deja de ser por ello aquello que aporta la mayor satisfacción y felicidad a las mujeres.

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