TRANS- SEXUACIÓN

¿Es la anatomía el destino?
Anna Lía Barandiarán
Asociada NEL - Lima


El discurso psicoanalítico nos orienta sobre la identidad de género de una forma que va más allá de la anatomía y sus fórmulas de la sexuación.

Estas últimas nos muestran cómo se sitúa un sujeto frente a su ser hombre o su ser mujer de acuerdo con su posición frente al falo. Sin embargo, si a su vez el falo es el único referente inconsciente para ambos sexos ¿no sería él mismo, entonces, el causante de una ambigüedad sexual?

Genevieve Morel se hace estas preguntas y formula un planteamiento brillante: ¿Si los seres humanos tienen tantas dificultades para orientarse respecto a la sexualidad, sea del lado hombre o del lado mujer, no sería más lógico suponer al inicio un vacío real en lugar de un núcleo de identidad?[1]

Dentro de esta lógica, entonces ¿qué “soluciones” se plantean los sujetos para salir de esta ambigüedad? ¿tendrá la ciencia nuevas respuestas para algunos sujetos o serán más bien estos intentos los que causarán más estragos?

Existe una “solución” radical, un síntoma de la época, ya que es con los avances de la ciencia de este último siglo como se materializa lo aparentemente imposible; la creación de un nuevo ser, un ser que demanda corregirse por la ciencia para enmendar un supuesto error de la naturaleza; la identidad de género discordante con el sexo biológico: el transexual.

Ya desde la época de los romanos se sabe de personajes como Elagábalus (203 a.C), sucesor de Marco Aurelio, quien tenía predilección por travestirse y prostituirse en cantinas, para luego ser descubierto por el hermoso Hiércoles, su esclavo y marido de cabellos dorados. Se dice, incluso, que ofreció mucho dinero a sus médicos para que lo trasformaran en mujer[2], aunque se desconocen los resultados.

Sin duda, debe haber existido un sin número de intentos de cambio de sexo desde hace siglos, pero la ciencia ahora ofrece una promesa más cercana al ideal y sin mayor riesgo de perder la vida.

En esta época, cualquiera puede empezar un tratamiento hormonal, ponerse unas siliconas en los pechos, un poco en las nalgas y, por qué no, quitarse un pene y construirse una vagina.

En 1930, Lili Elbe se sometió a una cirugía reconstructiva. Esta podría haber sido considerada la primera operación de cambio de sexo, pero al parecer ella era intersex[3]. Es en 1951, en el Reino Unido donde surge la primera construcción vaginal de reasignación de sexo completa en el mundo, y así Robert Cowell se convierte en Roberta Cowell[4], un hombre transformado en mujer, una mujer creada por la ciencia.

A partir de entonces las estadísticas de las reasignaciones de sexo no han cesado y son cada vez más numerosas.[5] No obstante, antes de hacer posibles estas operaciones probablemente existieron delirios de transformación más no la existencia del transexual como tal. De esta forma tenemos, por ejemplo, algunos intentos fallidos como el del protagonista de la película Hedwig and the Angry Inch, quien queda mal operado con una pulgada furiosa, la pulgada que lo estraga, el resto inasible.


En términos generales, podríamos pensar que el transexual es un travesti que pasó al acto (cambiándose de sexo). Efectivamente, sin operación no hay transexual ya que se requiere de una intervención de otro; sin embargo, hay algo más profundo en sus existencias que los diferencia.

Para el travesti, travestirse implica un juego de oscilación de identidades, de migraciones temporales; y en el transexual la migración es definitiva, es el autoexilio de una identidad a otra.

Por otro lado, el travesti sabe qué es lo que no se quiere quitar del cuerpo, así se ponga pechos y se vista de súper femme, la sorpresa la lleva siempre debajo del vestido y ese es su bien preciado.

Contrariamente, el transexual tendría un movimiento distinto y otra certeza: la de no estar solamente en el cuerpo biológico del género equivocado sino la certeza de tener que hacerse otro cuerpo, ese que, siente le corresponde. Es por ese motivo que irá en busca de una transformación total y genital al encuentro de lo que considera su verdadero ser.

En la homosexualidad como en la heterosexualidad los sujetos se definen por su relación objetal y no por su posición sexuada, pero en el caso de los transexuales esto no parece darse de la misma manera. Quizás nos topamos con otra dimensión de lo sexual, la elección objetal transexual. ¿Estará acaso en otro plano, como otra forma de sexuación? ¿Será posible una sexuación inédita más allá del falo?

Según diversos testimonios de mujeres transexuales (es decir hombres asignados con genitales femeninos), hay algo más allá de la elección del objeto que no guarda necesariamente concordancia con lo que se supondría como la ecuación lógica: en teoría, un hombre que se siente atrapado en el cuerpo de una mujer se haría un cambio de sexo para hacer posible un encuentro -con un partenaire- que adapte su homosexualidad a un estatus de normalización heterosexual. Sin embargo, eso está muy lejos de la realidad, como demuestran muchas de estas personas con sus variadas orientaciones sexuales.

Hace unos meses tuve la oportunidad de hacerle unas preguntas a una mujer transexual. Recuerdo haberle preguntado cuál era su percepción acerca de la mujer y lo femenino y, más aún, recuerdo la sorpresa que me dio no escuchar ninguna respuesta sino más bien evasivas. Parecía, incluso, como si frente a mi pregunta sólo hubiera un gran vacío de significación, un hueco.

Curiosamente, de lo que sí habló fue de penes y dejó muy en claro que no le gustaban; es decir, no quería ser la mujer de todos los hombres, ni de uno, ni serlo, obviamente, ella misma. En su discurso, en realidad, parecía que no sólo no le interesaba, sino que no soportaba al órgano, ni como medio de goce para su cuerpo, ni en el cuerpo de otro como partenaire. Además, como ella, muchas de estas mujeres transexuales afirman no tener una orientación heterosexual.

Luego de indagar sobre este tema, podemos afirmar que es muy común que las mujeres transexuales elijan a otra mujer, ya sea transexual o no, como partenaire, tanto así, que como subgrupo es mucho más elevado el porcentaje de translésbicas dentro del grupo de mujeres transexuales que el de mujeres lesbianas dentro del grupo de mujeres nacidas con anatomía femenina.[6]

Por ello es sorprendente ver el caso de un hombre cuya elección objetal primaria, antes de operarse y hacerse una reasignación de sexo, eran las mujeres, y que luego de esta operación, continua siendo la misma. En otras palabras, si su fantasía no es convertirse en mujer para estar con un hombre sino que, todo lo contrario, para estar con una mujer ¿no será este cambio, entonces, una manera de inventar algo frente a una heterosexualidad insoportablemente vivida dentro del cuerpo de un hombre? Si asumimos esta tesis, podríamos suponer, pues, que lo que requiere este sujeto, lo que le urge, es cambiar la anatomía de su cuerpo para relacionarse de una forma distinta con el otro sexo, es decir, para vincularse más allá del falo.

En un documento muy interesante referente a la Clínica de la Sexuación, Graciela Brodsky nos explica que la condición de la sexuación es, en primer lugar y como dice Lacan, asumir de alguna manera una inscripción de acuerdo con el significante fálico y que, en segundo lugar, esta es un asunto que solo le atañe al cuerpo.

Pero aquí viene el dilema: ¿en qué lugar se encuentran las transexuales translésbicas, si el falo, propiamente dicho, es para ellas el elemento que les resulta tan insoportable, hasta el punto de tener que arrancarlo de sus cuerpos? Parece pues que en este tropiezo, asumir que todos los transexuales están en el campo de la psicosis, intenta cerrar algo que deberíamos dejar aún abierto, al menos para el caso por caso en la clínica. Finalmente, quizás sea el cuerpo completo el que se transforma en un nuevo significante fálico soportable para algunos, haciendo posible que una operación en lo Real tenga sus efectos en lo simbólico y algo se apacigüe. No obstante, siempre existirá también la posibilidad de apuntar al órgano como objetivo cuando es el significante como significante de goce sexual el verdadero objetivo, siendo el órgano sólo su humilde representante.



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[1] www.psicoanalisisysociedad.com

[2] http://en.wikipedia.org/wiki/Elagabalus

[3] Persona cuyas características sexuales primarias (genitales), secundarias y cromosómicas no están determinadas exclusivamente por ser masculinas o femeninas, sino más bien por ser ambas.

[4] http://www.transgenderzone.com/features/roberta_cowell.htm

[5] La invisibilidad social de mujeres que han tenido una corrección de género es lo que sostiene la creencia de que el transexualismo de hombre a mujer es extremadamente raro. Cálculos recientes indican que esta condición se presenta en 1 de cada 250 a 500 sujetos nacidos varones, y que 1 de cada 2500 varones en los Estados Unidos se ha sometido a una CRS (Cirugía de reasignación de sexo genital). De esta manera, el transexualismo es dos veces más frecuente que la esclerosis múltiple, la parálisis cerebral, el labio leporino o el paladar hendido.

http://ai.eecs.umich.edu/people/conway/TSsuccesses/TSsuccesses-Spanish.html.


[6] http://www.transgenderzone.com/features/elagabalus.htm

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