El caso Fritzl

Jacques-Alain Miller examina para Le Point el hecho trágico que sacudió a Austria, donde se descubrió cómo Josef Fritzl, de 73 años, secuestró a su hija durante veinticuatro años y tuvo siete hijos con ella. Para Miller, lo que sale de lo común, no es el incesto, sino “la regularidad invariable de un acto inmundo”.

¿Qué es lo que puede llevar a un individuo a tal grado de perversión?

Una buena educación, a la antigua, altos valores morales… Voy a explicarme. ¿Qué rasgo de Das Inzest-Monster, como lo llaman los austriacos, quedará en los anales clínicos y policiales? Usted sabe bien que no se deberá sólo al incesto, práctica muy difundida, ni tampoco al número de sus víctimas. Si es excepcional, es por la tenacidad, la constancia, la resistencia. Lo que sale de lo común, es la regularidad invariable de un acto inmundo, el método, la minuciosidad y el espíritu de seriedad investido en el cumplimiento solitario de un crimen único que se extiende durante un cuarto de siglo. Ni un error, ni un paso en falso, ni un acto fallido. Total quality. Hay tantas cualidades eminentes, tradicionalmente atribuidas al carácter germánico. Puestas al servicio de la ciencia y de la industria, han constituido la reputación de los países de habla alemana. Por otra parte, era un ingeniero electrónico, decía a su mujer que bajaba al sótano para dibujar planos de máquinas.

Si Gilles de Rais en Francia, Erzsébet Báthory en Hungría, grandes feudales de los siglos XV y XVI, quedan en las memorias, es por el contrario: por el desorden de su conducta, sus violaciones, sus asesinatos innumerables. El austriaco, pequeño notable de provincia, también es un tirano, pero puramente doméstico. Lleva una existencia perfectamente “casera” pero desdoblada. Es fiel a su hija Elizabeth, único objeto de su goce, de la que hace de algún modo una segunda esposa. Le da siete hijos, el mismo número que a su esposa legítima. Parece que no se le pueden reprochar ni abortos ni anticonceptivos: es un buen católico. Opera con la mayor discreción, su conducta no ocasiona escándalos, dado que a esta segunda familia la hace vivir bajo tierra, en reductos ciegos donde no se pueden mantener de pie, a la usanza de Luis XI. De todos modos, ¡no es su educación lo que puede explicar su conducta!

Hemos sabido que fue educado sin padre por una madre que todos los días lo golpeaba con violencia. El hecho no debió quedar sin consecuencias. Podemos decir siempre que quería vengarse del objeto femenino y precaverse de sus caprichos… Pero tendríamos muchas dificultades para deducir de esto su vicio: eran posibles otras salidas. En 1967, en el momento del nacimiento de Elizabeth, su cuarta hija, fue arrestado por una violación, y se presume que habría cometido otras. Todo ocurre como si hubiera decidido comportarse, y atenerse a una bigamia incestuosa. No se le conocen más que algunas escapadas sexuales en Tailandia, con compañeros, también personas notables de la ciudad. Volvía bronceado, en buena forma, junto a su pequeña familia que nunca veía el sol.

¿Era una suerte de Dr. Jekyll y Mr. Hyde?

Era a la vez un padre severo, el Padre de la Ley, cuyo rigor implacable sorprendía a aquellos que lo veían regir a su familia de arriba: mientras que con su familia de abajo, era un Padre gozador, fuera de la Ley. En estos dos roles, en un cierto nivel, fue irreprochable: piense que asegura sin fallar un instante la subsistencia de todos los suyos. Al mismo tiempo, era sin duda un estafador: de sus operaciones inmobiliarias sólo quedan deudas considerables. El Estado deberá pagar los años de psicoterapia y reeducación que serán necesarios para la familia de abajo. El costo fue evaluado ya en 1 millón de euros.

¿La cultura patriarcal, la impronta católica, la religión del «cada uno para sí» que marcan a Austria, pudieron jugar algún papel?

Algunos de esos rasgos valen también para Sicilia. Sin embargo, nos cuesta imaginar semejante historia en Siracusa o Trapani: allí, la gente que vive entre cuatro paredes, sin salir, son más bien mafiosos perseguidos por los carabineros. Pero, ¿es un azar si, luego del «caso Kampusch», este hecho singular estalla en Austria? El caso Fritzl luego del caso Kampusch, necesariamente produce sentido. Mientras que los Estados Unidos son la tierra bendita de los serial killers, Austria toma su lugar con Bélgica para los perversos sedentarios con subterráneos, si cabe decirlo. El caso presente se distingue por su atmósfera de obediencia ciega. No sólo la de su mujer: Fritzl alquilaba sus habitaciones en casa, una centena de locatarios desfilaron por allí en el curso del tiempo, les decía que no bajen a su bunker, y ninguno pensó en enfrentar esta interdicción. Ellos deploran las infracciones hechas en nuestros días al respeto de la vida privada; es un reproche que no se les hará a los austriacos. En la Ibbstrasse todo estaba en orden, la fachada reluciente, el refrigerador subterráneo bien provisto, la ropa bien lavada y planchada. Miraban la televisión en familia. ¿El bunker? Era un refugio antiatómico familiar, edificado con la ayuda de subvenciones oficiales. Un gran crimen popular es siempre un hecho social total. Para responder a la expresión de Marcel Gauss: es un microcosmos de la sociedad, ella se refleja allí enteramente. Fritzl: criminal quizá, pero Korrect ante todo. En regla. Ni una vacilación. Sin inconsciente. Sin sentimiento de culpabilidad.

¿Frente a la historia pasada, podemos hablar de un pueblo que «reprime» sin cesar, rehusándose a mirar la realidad de frente?

Es lo que dicen los ingleses. Ven en Fritzl un símbolo de Austria. Es también la idea del novelista Josef Haslinger. La casa natal de Hitler está a una hora y media de Amstetten por la ruta; Mauthausen más cerca aún. El canciller anuncia una gran campaña internacional de relaciones públicas para mejorar la imagen de Austria. Espíritus prácticos le piden, más bien, dinero para los servicios sociales. Un dibujo del Times de Londres muestra a Austria acostada en un diván; detrás, Sigmund Freud. Podemos recordar que el país se ocupó bien de erradicar al psicoanálisis, o poco falta. El abogado alegará alienación mental. Podemos concluir que, en vista del extremo dominio de sí mismo en el crimen y de la duración del delito, la irresponsabilidad no va con él.

Traducción: Silvia Baudini
Difundido por http://www.blogelp.com (17.05.08)

0 comentarios: