El reverso de la vida contemporánea: clínica y política del psicoanálisis

Por Patricia Tagle Barton
Directora de la NEL – Lima
Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis A.M.P.
y de la NEL – Lima



La época actual presenta grandes desafíos para el campo de la salud mental. Por un lado, la aparición de nuevos síntomas, y nuevas formas del malestar, muchos de ellos virulentos; y por otro, la exigencia de resultados en un mundo cada vez más dominado por la eficacia y el afán de evaluación.

La vida contemporánea, eso lo sabemos todos en la medida en que estamos inmersos en ella, está marcada por el signo de la prisa; y ello trae aparejado un profundo malestar. Los ideales sociales se han tornado más y más exigentes: exigencia de rendimiento, de excelencia, de éxito, de adecuación a los estándares impuestos socialmente; exigencias, que, al fin y al cabo, arrastran a las personas en una vorágine que, las más de las veces, las deja inermes o las reduce a la impotencia.

Aun los niños, desde temprana edad, incluso antes de alcanzar la edad de la escolaridad, se encuentran sometidos a estas exigencias; deben adecuarse a la norma que como índice de la “normalidad” le impone el Otro social. Una vez en la escuela, si un niño no está convenientemente “adaptado”, es señalado, segregado y catalogado con alguna etiqueta que le valdrá de estigma. Pero no hablemos sólo de los niños, hablemos también de los adolescentes que, muchas veces llevados por la impulsividad, alcanzan extremos riesgosos que comprometen su cuerpo y su vida, su dignidad y su salud, su integridad y su sexualidad. De igual manera, hablemos de los adultos, hombres y mujeres, pobres o ricos, jóvenes o viejos, “locos” o “normales”, “marginales” o “exitosos”, que padecen de innumerables formas con el alma y con el cuerpo; igualmente presos, a causa de su padecimiento, en algún tipo de impotencia: para vivir, para amar, estudiar, trabajar y disfrutar.

Conocemos, porque son de uso común y las escuchamos todo el tiempo, las muchas etiquetas que nombran, en la actualidad, las diferentes formas con las que se expresa el sufrimiento: depresión, ataque de pánico, alcoholismo, adicciones, anorexias, bulimias, bipolaridad, hiperactividad, déficit de atención, fobias, trastornos obsesivo-compulsivos, estrés post traumático; etc., etc. Y conocemos también, por su amplia difusión en el mercado, las múltiples ofertas terapéuticas, correctivas, y farmacológicas -estas son muchas y están cada vez más difundidas- que se encuentran a disposición de quienes padecen de estos “trastornos”.

Pero ¿conoce usted la vía que el psicoanálisis ofrece a quienes padecen de estos síntomas actuales? Es posible que no. Y este desconocimiento quizás se debe a que la idea común que se tiene del psicoanálisis es que se trata de un tratamiento largo, sumamente caro, mayormente elitista, con un sesgo fuertemente “intelectual” e introspectivo; y, hay que decirlo, poco eficaz para tratar muchos de los padecimientos que hemos mencionado.

Permítanos desengañarlo, pues estamos en condición de decirlo enfáticamente: el psicoanálisis no es en modo alguno un tratamiento largo y oneroso, de carácter elitista, y de efectos a largo plazo. Los psicoanalistas lacanianos en todo el mundo constatamos, cada vez más, los efectos que el acto psicoanalítico, debidamente conducido, produce en los sujetos que padecen estos síntomas actuales. Y a la par, somos testigos de excepción de los estragos tremendos que produce, en todo sujeto que padece, el silenciamiento del síntoma y el rechazo de la particularidad que le es propia. Quienes seguimos la orientación del Doctor Lacan, consideramos que no hay salida posible para sujeto alguno -sea niño, adolescente, adulto, hombre o mujer- que se sostenga sobre la vía de este rechazo; por el contrario, consideramos que la única oportunidad verdaderamente ética para todo sujeto que sufre debe acoger, no rechazar, ese sufrimiento que se expresa en el síntoma.

Lamentablemente, en la actualidad, este rechazo de la particularidad es lo más frecuente, y lo vemos operar en dos dimensiones. Por un lado, desde el punto de vista clínico, la tendencia terapéutica imperante, fuertemente asociada a los intereses del mercado, se sustenta en la homogeneización del sufrimiento, en los protocolos de diagnóstico y en el nominalismo vacío de los “trastornos” y los “desórdenes”, que desemboca en el uso indiscriminado de la medicación. Por otro lado, desde el punto de vista “científico” se pretende dar una explicación “objetiva” de los mismos encontrándoles un fundamento puramente biológico, genético, bioquímico o neuronal. De este modo, se deja de lado la dimensión ética de la responsabilidad subjetiva, olvidando que los seres humanos somos, antes que organismos biológicos, seres de palabra y sujetos de acción, y por ende, de elección.

Por demás, este furor por “curar”, “adaptar”, “normalizar” tiene su correlato dramático en la segregación y el confinamiento de aquellos cuyos síntomas devienen refractarios a los tratamientos ofertados, lo que produce una ruptura del lazo social, soporte necesario de la existencia humana.

No obstante, el psicoanálisis lacaniano opera a contracorriente de estas tendencias actuales, oponiendo a la terapéutica de los protocolos la clínica del uno por uno; y respondiendo al cientificismo biologista con la política del síntoma, que consiste en rescatar al sujeto del inconsciente invadido por el sufrimiento o por un goce ignorado. Por esta vía, el psicoanálisis ofrece a todo aquel que sufre una salida digna, brindándole un espacio en el que su palabra tenga consecuencias concretas en su vida.

Este próximo octubre, durante tres días (17, 18 y 19) la ciudad de Lima será la tribuna desde la cual los psicoanalistas de la Nueva Escuela Lacaniana –escuela que abarca geográficamente a varios países y ciudades de la zona andina y el Caribe- nos reuniremos para exponer nuestra experiencia y someterla al debate público.

En esta ocasión, más de cien psicoanalistas de orientación lacaniana, de distintas ciudades de Latinoamérica y Europa, visitarán nuestra ciudad, sumándose a un nutrido número de participantes de Lima, para analizar y discutir la compleja problemática de los síntomas contemporáneos y sus formas de abordaje desde el psicoanálisis. En este encuentro, nos ocuparemos de las formas actuales de las neurosis, caracterizadas fuertemente por el pasaje al acto y la reivindicación del derecho ilimitado a gozar. Reflexionaremos sobre la clínica contemporánea de las psicosis, tanto aquellas que presentan en su desencadenamiento los cuadros clásicamente conocidos –delirio, disociación, fenómenos elementales; entre otros-como aquellas psicosis menos estridentes, llamadas “ordinarias”, que se caracterizan por la precariedad simbólica y la fragilidad de los recursos subjetivos necesarios para garantizarle al sujeto la continuidad del sentimiento de la vida. Interrogaremos las maniobras del analista en la transferencia ante la declinación del Nombre del Padre y la increencia en el Otro que caracteriza a nuestra época. Hablaremos, también, de las respuestas del analista ante las urgencias subjetivas, la exclusión, las nuevas formas de parentalidad y sus efectos, la defensa de los derechos humanos; etc.

Lo invitamos a participar de este debate y a ser, junto con nosotros, testigo de excepción de esta experiencia, que es la experiencia de todo aquel que es -antes que una cifra, un dato estadístico o un “problema” de salud pública o interés social- un sujeto ético, un sujeto digno, un sujeto de palabra.

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